sábado, 6 de diciembre de 2008


El treinta aniversario de la Constitución Española se presenta ante la sociedad vasca en un momento de gran trascendencia política.


El instrumento que canalizó la transición post-franquista, negando a Euskal Herria los derechos democráticos que como nación le corresponden y estableciendo unas relaciones de dependencia y subordinación político-económica, sigue situándose como tótem determinante del unionismo español para mantener el conflicto de soberanía entre Euskal Herria y el Estado Español.

Hablar de la Constitución Española es, así mismo, hablar de las ramas que surgen de ese tronco jurídico-político: los estatutos de autonomía.

No se pueden considerar los estatutos como algo al margen de la Constitución como, en ocasiones, nos han querido presentar dirigentes del PNV para obviar sus limitaciones estructurales y dar cobertura a su apuesta política.
Eso es un fraude analítico y, por supuesto, político.
Así pues, la Constitución y estatutos forman un mismo bloque jurídico-político.

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