lunes, 13 de abril de 2009

ABERRI EGUNA 2009


FRONTERAS Y PUENTES

Somos un pueblo pequeño. Existen otros más grandes, los dos que nos rodean por ejemplo, y más allá de nuestros pueblos vecinos existen otros aún mayores, y los hay que son gigantescos. Las patrias. Ocupan grandes extensiones, y también nuestros días, en ocasiones muchísimos días. Cada cual tiene la suya.
Si el tiempo se ocupara de cada pueblo de manera que premiara a los más fuertes, a nosotros y nosotras no nos tocaría ni un triste día, ni siquiera un cuartito de hora, a lo sumo cinco minutillos, o incluso menos, no más de tres escasos minutos. Pero los calendarios son más justos que los mapas, y no se fijan en la extensión de los pueblos a la hora de asignar los días.
Así, aquí también tenemos nuestro propio día, un día para nuestro pueblo, que a pesar de ser pequeñito, a nosotros, nosotras, también nos llega el suelo hasta los pies.
A menudo nos preguntan cuál es nuestra tierra (incluso algunos que no quieren ni oír hablar de su existencia). Nuestro espacio es el territorio de una lengua, sin límites, y que da cabida a todos los colores de una cultura especial, es una tierra atravesada por ríos, con un puente de siete ojos, del que brota un sentimiento. Y eso es lo que nos une. De manera tan dolorosa. Sumidos en ese dolor de parto andamos en los últimos años, a veces a rastras, y muchas veces sin rastro.
Hemos ido surcando más cosas que un camino, pero, en cualquier caso, seguimos adelante. Y por cada paso que damos la tierra brota más, quizás esté brotando un futuro. O quizás sea la tierra, en la que nos llegaba hasta los pies, y ahora nos está alcanzando las manos. Al igual que ocurre con los días.
En nuestro día, volvemos a peregrinar a Santiago, siguiendo el camino de los últimos años. No pedimos el cielo, sino un trocito de tierra firme, un territorio quizá, un país si se prefiere. Encarecidamente y firmemente. Que esté en nuestras manos. Y si bien cada mano presagia su propio futuro, queremos unir todos esos rastros, para enlazar nuestras manos y recorrer juntos y juntas el camino. Así caminaremos en Santiago, por encima de las aguas, de Irun a Hendaia, construyendo nuevos puentes sobre viejas fronteras.


Amets Arzallus










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